En la tipología de mobiliario de hosteleria, la decoración rústica tiene tirón. Los locales ambientados con muebles, materiales y decoraciones tradicionales de campo son una forma de crear estilo y coherencia con diferentes tipos de servicios que se prestan en bares, restaurantes y hasta en cafeterías de nuevo cuño.
Si la tendencia de este tiempo en la hostelería va en la dirección de la gourmetización del consumo, con el objetivo de crear excelencia en platos, bebidas y servicios, la tematización de los establecimientos de hostelería va en esa misma dirección pero por un camino diferente pero que resulta convergente con la filosofía.
De lo que se trata es de crear un entorno único, singular, que extienda la experiencia del consumidor, que lo traslade de lugar y de tiempo, y que, además, haga mucho por compartirse. La decoración rústica tiene en esta corriente su encaje perfecto.
Lo rústico quiere decir lo tradicional, lo cercano, la historia común, parte del origen de una identidad colectiva. Lo rústico es apacibilidad, tranquilidad, quietud, sosiego, mesura, confianza, familia, ancestros, historia, nobleza… Esas serían las baterías de sensaciones a las que predispone una decoración rústica y tradicional.
Pero ¿qué podemos considerar como decoración rústica? ¿De dónde se toman sus temas? ¿cuál es su lógica? ¿dónde están los límites? Vamos a contestar a esas preguntas para saber reconocer sus claves.
Decoración rústica es aquella ambientación que nos remite al pasado preindustrial, a los viejos oficios, a la artesanía, al trabajo en el campo y la decoración de antiguas casonas rurales. Sí, las de la alta nobleza, la baja y las que vestían las casas de los hidalgos de toda condición. No hay que ir muy lejos para encontrarse con el tema, leer ‘El Quijote’ es acercarse a ese entorno.
Una decoración rústica es la que reproduce los entornos de trabajo tradicionales, por ejemplo, los ambientes de bodegas, almazaras, salas de refino y espacios para alambiques y el procesado y el almacenado de productos del campo: lagares, espacios para la salazón y el curtido o ambientes que remiten a pequeñas industrias artesanas.
La decoración rústica también tiene una tendencia que podríamos llamar ‘castellana’, medieval, por un lado, y ‘aurista’, del Siglo de Oro, por otro. Es una decoración que imita y remite a aquellos palacetes olvidados de pueblos pequeños, pero también a la de fortalezas, castillos y torres de defensa.
Así, visto lo visto, ¿cuáles serían sus límites? Los límites serían los de la naturalidad y los de la autenticidad recreada. Todo lo que pudiera parecer exageradamente falso o simplemente un ‘pastiche’ tendría un efecto contrario en quien decide acudir a esos establecimientos con ambientes recreados.
Hay toda una panoplia de elementos de iluminación, de acabados de puertas y ventanas, de enmaderados en vigas de techo que crean efectos rústicos muy logrados: Lámparas sobre la base de ruedas de carro, tapices confeccionados a la antigua y con temas clásicos o doseles de imitación medieval. Hay todo un mundo por explorar en ese tipo de complementos.
Sin embargo, lo definitivo, lo que realmente caracterizará un local es lo más cercano al consumidor, mesas y sillas hosteleria de estilo rústico. Mesas largas como las de los banquetes medievales, mesas mesoneras, mesas en forma de tonel, sillas y sillones con el mismo concepto de barricas, taburetes hosteleria con un diseño de apariencia, y sólo de apariencia, tosca. También en esta gama hay mucho que explorar.
Y un espacio en el que encontrar este tipo de mobiliario de hosteleria es FCM Mobiliario. Vea este tipo particular de mobiliario de hosteleria e imagine el potencial a su alcance para acercar la tendencia de la tematización de su negocio y para sorprender a su público.
Recuerde que puede cambiar ese estilo de forma gradual, con una inversión en mobiliario de hosteleria progresiva, hasta completar el estilo rústico cuya imagen quiere consolidar.
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Mobiliario de hosteleria, la tranquila llamada de las esencias del campo.